Comisiones Obreras de Castilla-La Mancha | 4 diciembre 2025.

Las mujeres tej铆an la red invisible de la vida minera

  • Art铆culo de opini贸n de Esther Serrano, secretaria general de CCOO de Ciudad Real

Cada 4 de diciembre, Día del Minero, Puertollano vuelve a mirar a sus raíces. Un día para rendir homenaje a los mineros, a su sacrificio. Pero hoy, Comisiones Obreras quiere detenerse en otra mirada, en otras voces, en otras manos, que también sostuvieron la mina: las mujeres mineras. 

04/12/2025.
CCOO ha participado un a帽o m谩s en Puertollano en la ofrenda floral con motivo del D铆a del Minero para recordar y honrar la memoria de los mineros y mineras

CCOO ha participado un a帽o m谩s en Puertollano en la ofrenda floral con motivo del D铆a del Minero para recordar y honrar la memoria de los mineros y mineras

La minería ha estado asociada tradicionalmente a la masculinidad industrial, pero, aunque ellas no trabajaron en el interior de la mina, desempeñaron un papel fundamental de la identidad cultural y simbólica de la cuenca minera. La legislación laboral de la época les prohibió trabajar en el interior de la mina, situándolas en una posición subordinada, pero ellas, fueron quienes sostuvieron los hogares, la crianza, los miedos, los silencios, las ausencias. Eran las mujeres quienes realizaban tareas consideradas “complementarias o menores” como el lavado y tría del carbón, la clasificación de minerales en cintas y escombreras, la costura de sacos o las labores de limpieza industrial. Todas ellas tareas duras, invisibles, pero indispensables y en casa multiplicaban jornadas: criaban, cuidaban, organizaban. Así se tejía la red invisible de la vida minera.

Las mujeres mineras demostraron una fortaleza enorme en un contexto marcado por la incertidumbre cotidiana, los accidentes frecuentes, las enfermedades profesionales y la orfandad y viudez prematura. Desarrollaron un papel fundamental en los barrios, creando una red de apoyo emocional clave para la cohesión social de la comunidad minera.

Yo conocí la mina por las palabras de mi abuela materna. Ella me contaba historias como si fueran cuentos, con final feliz, aunque escondieran una realidad de polvo negro, frío y peligro. Mi abuelo murió de silicosis cuando yo estaba recién nacida, y aunque sólo lo vi en fotografía, aprendí a conocerlo a través de lo que me narraba cada noche, con una mezcla de orgullo y tristeza que solo entienden las familias mineras.

Mi abuelo entró a trabajar en la Mina de San Quintín, casi siendo un niño. Allí creció de golpe, se aprendía pronto que la vida podía cambiar en un segundo, que por eso él aprovechaba cada minuto al llegar a casa, como si fuera el último. Y mientras él bajaba a la mina, ella y tantas mujeres vivían pendientes del cambio de turno, sabían quién estaba abajo, quién subía. Y cuando la sirena sonaba y el silencio dolía, ellas se reunían, se apoyaban y rezaban a Santa Bárbara. La mina no era sólo de los hombres: la vivían todas, la sufrían todas, la lloraban todas.

La identidad minera de Puertollano se levantó también con las historias que las mujeres conservaron, transmitieron y protegieron. Ellas han sido memoria viva, sostén comunitario. Sin ellas, la historia minera está incompleta

Hoy, en un tiempo en que los pozos son parte del pasado, su papel destaca con más claridad. Las mujeres fueron y siguen siendo, la raíz de esta tierra: las que esperaban, las que cuidaban, las que trabajaban duro sin ser nombradas, las que encendían la luz de la esperanza cuando la mina oscurecía el alma.

La memoria minera, es un legado compartido.